Todos recordamos los cuentos de nuestra infancia, el zapato le cabe a Cenicienta, la rana se convierte en príncipe, a La Bella Durmiente la despiertan con un beso. Erase una vez y vivieron felices. El problema es que los cuentos no se hacen realidad. A quien inventó eso de “y vivieron felices” habría que darle una paliza.